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El poder de los trabajadores

Dafne Bodenhöfer

Actualizado: 7 ene 2024



Últimamente siento que hay pocos acontecimientos que nos generan esperanzas, pero hace poco nos enteramos de una noticia que no sólo me llena de optimismo, sino que además ilumina el camino que siento que debemos seguir.


El 28 de septiembre pasado, en las cercanías de Paillaco, al sur de Chile, un grupo de trabajadores del fundo El Huite, propiedad de uno de los dos grandes grupos lecheros de nuestro país, llamado Chilterra, decidieron hacer una ocupación productiva.

​"Un grupo de trabajadores del Fundo Huite decidieron hacer una ocupación productiva"

Gabriel Troncoso, uno de los dirigentes a cargo de la articulación de las diversas comunidades mapuche del sector y el presidente del sindicato de Chilterra, Ervin Guentrepan, nos contaron en exclusiva para nuestra radio La Comuna, que el sindicato de más de 200 trabajadores, decidió actuar tomando el toro por las astas, ante la inminente quiebra de la empresa, que además de estar sumamente endeudada, está en pleito por diferencias entre sus dueños, una transnacional neozelandesa y un chileno de apellido Ríos, siendo éste último quien hizo abandono de la empresa y sus trabajadores.


Debido a la grave situación, estos campesinos comenzaron a asociarse a las comunidades mapuche, a las cuales muchos de ellos pertenecen y resolvieron aprovechar esta crisis como una oportunidad, no sólo de salvar sus puestos de trabajo, sino que además, para organizarse bajo un objetivo muy superior: crear un gran sistema articulado entre cooperativas de producción de alimentos, para salvaguardar el autoabastecimiento de la región, a través de una soberanía alimentaria, que además tenga como base los conceptos de comercio justo y economía local. Estamos hablando de un fundo con 7.200 hectáreas y 12 mil vacas, que puede proveer de leche, carne y trigo a más de 500 mil personas.


Al video del vrograma Fundo Huite, recuperación productiva y territorial en Paillaco, con Gabriel Troncoso


Al video del programa "El sindicato Chilterra y a recuperación productiva", con Elvin Guentrepan

¡Y no sólo eso! Además están solicitando a la CONADI la restitución de las tierras, que según ellos, eran originalmente de sus familias ancestrales, uniéndose esta lucha a muchas otras, puesto que el Estado, cuando ha restituido tierras a modo de “beneficio” además, han sido tierras estériles, sobreexplotadas con monocultivos, que pueden demorar entre 10 y 20 años en volver a ser usadas para cultivar alimento.


“El Estado nos devuelve pobreza”, dice Gabriel, quien nos cuenta de la riqueza de sus antepasados, hombres de abundancia llamados “Hulmen” (Ricos). Por lo que le han puesto a este hermoso y gran proyecto “Kume-Hulmen” (algo así como bueno y abundante). Por eso quisieran hablar de una “Restitución de tierras productiva”, más que de una “Ocupación”, palabra que han decidido usar porque es más diplomática a la hora de difundir y explicar de qué se trata el proyecto.

Se Restituye una forma de practicar una economía distinta con una conciencia de clase, a una escala más humana

Yo siento, escuchándolo, que en este largo proceso, no solamente se restituyen las tierras: se restituyen también sus valores como trabajadores, ya que constantemente se ven forzados a demostrar que no son flojos —mala fama que el chileno les otorgó— y se restituye una forma de practicar una economía distinta, con una conciencia de clase, a una escala más humana, dejando afuera al sistema subsidiario que los explota sacando del país toda la ganancia generada por ellos y sus tierras. Gabriel nos dio un ejemplo del abuso generado por el actual sistema, en la falta de regulación por parte del Estado en el precio de la leche, cuyo costo de producción es de 500 pesos por litro, pero que se ven forzados a vender a 380 y a veces a 370 pesos por contrato con las grandes compañías procesadoras de lácteos, como Prolesur (de Soprole), quienes impusieron dichos precios para elevar sus ganancias ante un inminente proceso de venta, generando pérdidas millonarias y la quiebra en numerosas lecheras del sector.


Por ahora, están forzados a cumplir los contratos vigentes, y aún en proceso con una antigua administración que tiene a cargo el pago de cuentas y la mantención de servicios como la electricidad, sin embargo este decidido grupo de trabajadores, ya ha conseguido por vía judicial la validez de la ocupación al menos por un año y medio, y avanza a pasos de gigante, consiguiendo apoyo, a lo largo del país e incluso a través de la frontera, porque la noticia llegó a oídos de Raúl Godoy, un sindicalista del Partido de los Trabajadores argentino, el cual viajó al Sur, a conversar con ellos y contarles su experiencia respecto a la fábrica de cerámicas Zanon, llamada también Fasinpat (Fábrica sin patrones), en la Provincia de Neuquén, que fue recuperada por sus trabajadores después de la famosa crisis del 2001, que acabó con un "corralito" y el presidente De La Rúa escapando en helicóptero de la Casa Rosada.


El dueño de Cerámicas Zanon trató de hacer un lockout, cerrando la empresa por fuera, abandonando a casi 400 trabajadores. Pero no le sería tan fácil: los obreros ya estaban sindicalizados y decididos a no perder su fuente de trabajo. Se organizaron en asambleas y practicando la democracia directa, buscando apoyo de la comunidad y de numerosas organizaciones, lograron incluso que los políticos cambiaran las leyes respecto a este tipo de situaciones, posibilitando la creación de cooperativas de trabajadores, ante casos que arriesgan la pérdida total de una empresa.


Al video del programa "Fabrica sin patrones: control obrero en Neuquén" con Raúl Godoy

Acá quiero destacar que el Estado argentino parece distinguirse del nuestro, puesto que le da esta oportunidad a sus trabajadores, favoreciendo un bien mayor para el país: en este caso, la protección de 380 empleos, la conservación del pago de sueldos y la mantención de la línea productiva. Todo esto es siempre mejor que salvar a un empresario privado que quiere llevar a la quiebra una fábrica, cerrándola para siempre.


No fue fácil, fueron varios años de negociaciones y huelgas para llegar a lo que Cerámicas Zanon es hoy: una cooperativa de trabajadores, en la que cada obrero goza de igualdad de derechos, desde recibir el mismo sueldo más allá de su rol en la línea de producción, hasta la oportunidad de ser dirigente.


Esto me recuerda a la época del gobierno popular del presidente Allende y los cordones industriales, cuando ante el feroz sabotaje de empresarios opositores, los trabajadores y obreros se organizaron también para continuar manteniendo la economía y el abastecimiento del país, a través de tomas productivas de las industrias que se habían ido cerrando, ubicadas a los alrededores de Santiago, en los cordones Cerrillos-Maipú, Vicuña Mackenna y Recoleta, en los que cientos de empresas y fábricas, fueron mantenidas por organizaciones de trabajadores que volvieron a echar a andar la maquinaria, inspirados en las propuestas de Marx, Lenin y Trotsky, poniéndose de acuerdo en asambleas democráticas, generando un trabajo solidario y de conciencia comunitaria, logrando así proveer de suministros a una vasta población. Tal fue la convicción y eficacia de dichas tomas, que el gobierno —según algunos relatos que he recogido— tuvo que secundarlos, a través del Ministerio de Economía, buscando apoyo en los Partidos Socialista y Comunista y sus dirigentes. "Si no puedes con ellos, úneteles".


La misma idea detrás de distintos hechos: la unidad de los trabajadores conscientes de su valía para el funcionamiento de un país, puede sacar adelante una empresa y hasta transformar el sistema económico vigente.


Lo que más rescato yo, es el entendimiento de que los buenos resultados se obtienen a través de principios sumamente democráticos, destacando igualdad de derechos, tanto en la participación que exige responsabilidad, disciplina y compromiso, como en los beneficios.


Lo esperanzador es que si esta ocupación productiva resulta, no solamente habrá soberanía alimentaria y autoabastecimiento para toda esa región, sino que también se pone una vez más en jaque el sistema neoliberal del que tanto nos ha costado deshacernos. Definitivamente, hay trabajadores que están decididos a recordar que son esenciales para el engranaje productivo del país y como tales, pueden exigir nuevas formas, contemplando además un contexto en que es imprescindible cambiar las bases productivas de un sistema subsidiario capitalista e individualista, por una propuesta más humana, ecológica y solidaria. ¡¿Cómo no ser optimista?!


*Con agradecimientos a la colaboración literaria de Ernesto Artigas.


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