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Arpilleras, mucho más que arte textil

Dafne Bodenhöfer

La mujer terminó de hacer el punto festón alrededor de un trocito de tela que había pertenecido a una camisa vieja de su cuñado y que ahora formaba una casita en medio de una colorida composición de telas, lanas, botones y bordados. Tomó el papelito en el que había escrito un mensaje críptico y lo enrolló meticulosamente para esconderlo detrás, usando la casita como un bolsillo pequeñito, secreto. 


Eran casi las 2 de la madrugada y estaba agotada, pero ansiosa de que llegara pronto la mañana para ir a la Peni a visitar a su esposo, que era un preso político más de aquella dictadura de mierda que no se terminaba nunca y que estaba arrasando con todo: con los amigos, con la familia, con la forma en que solían relacionarse en el pasaje donde vivían… hasta con el saludo, ahora desconfiado y amargo.


Ya ni se podía hablar, no se podía vestir como se deseaba, no se podía cantar lo que antes se cantaba ¿Cómo le iba a decir a su Pedro, que su hermano por fin había logrado atravesar la cordillera a un exilio incierto, ¡pero que estaba vivo!? Entonces, aquella humilde y dedicada labor que había ido creando junto a sus amigas íntimas, cobró una dimensión esencial, que era transmitir un mensaje secreto:


“cruzó la cordillera”. 


Nadie más entendería, sólo él reconocería esa camisa y encontraría el bolsillito secreto de aquella arpillera… y aún este “ingenuo bordado” no había sido declarado por la junta como “arte subversivo”.


El pasado jueves 11, en la sede de la Junta de Vecinos n°6, y el viernes 25 de enero, en el Pasaje Navarrete, expusimos las creaciones realizadas en el taller de Arpilleras, impartido por Ana Videla, nuestra maravillosa, creativa y entregada maestra de arte textil. 


Después de colgar las obras, nos sentamos a conversar con una intimidad que nos permitió compartir cómo había sido el proceso creativo, el propósito del taller y la satisfacción y orgullo que sentimos al ver los resultados. 


Sin perder de vista el objetivo original de este tipo de creación y en el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe militar, Ana nos invitó a plasmar un recuerdo que nos hubiera marcado. 


Después de terminar nuestra arpillera personal, nos propusimos crear una colectiva, donde pudiéramos hacer homenaje a Lumi Videla y Rodrigo Anfruns y reproducir lo que para nosotros son los lugares más emblemáticos del barrio que rige esta Junta de Vecinos n°6. Luego de varias semanas de trabajo, unimos todas las arpilleras y se transformó en una preciosa obra textil comunitaria llena de color y significado. 


Realmente, no sólo nosotras nos emocionamos al ver nuestras arpilleras terminadas, sino también quienes las contemplaron; muchos de ellos confesaron incluso haberse conmovido hasta las lágrimas. Definitivamente, la obra siempre se completa con quien la observa.


Las arpilleras son una creación textil que usa retazos de tela, bordados, colores vivos en una composición estéticamente simple e ingenua, y que se realizan —tanto individualmente como de manera comunitaria— para contar una historia, hacer un homenaje, rescatar un recuerdo, dejar un testimonio, o una denuncia. Esta forma de arte textil se desarrolla con fuerza durante la dictadura militar, como una expresión basada en las antiguas lanigrafías, como las que realizaba Violeta Parra; ciertas creaciones textiles de los Kuna de Panamá llamadas Mola y el patchwork de los países del Norte, donde además se reciclan los materiales de una manera libre y hermosa. 



Ana Videla, nuestra profesora, lo describe mucho mejor en esta pequeña entrevista que le hice:


  • Ana, en tanto artista, ¿cómo ha sido tu acercamiento al mundo de la creación textil y en particular a las arpilleras?


Inicié mi incursión en el mundo textil después de muchos años dedicada a la pintura, un encuentro fortuito que representó un gran desafío inicial. Lo que me llevó a abrazar el textil fue la percepción de su vínculo inmediato y la poderosa resonancia de su cualidad sensorial en las personas. A lo largo de la historia, el textil ha tenido una presencia constante, y de él surgen las relaciones más íntimas, marcando nuestra experiencia de vida de maneras profundas y significativas.


  • ¿Cuál ha sido tu experiencia con el mundo de las arpilleristas? (Aquellas que comenzaron en la Vicaría de la Solidaridad en plena dictadura, a crear junto a las mujeres que estaban sufriendo atentados contra los DD.HH.).


Durante mi infancia y juventud, tuve la oportunidad de asistir en varias ocasiones a la vicaría de la solidaridad. En aquel entonces, las agrupaciones llevaban a cabo sus talleres en ese lugar, y me impactó profundamente la potencia narrativa de esta técnica que aborda cuestiones sociales de manera directa, brutal y, al mismo tiempo, ingenua y tierna. Todo ello se manifestaba a través de un esfuerzo colectivo que se entrelazaba con una realidad viva.


  • Entendiendo que la arpillera, es mucho más que una obra de tela y bordados, me gustaría que nos contaras tu experiencia y con tus palabras, cómo es que se transforma en un recurso utilizado entre otras cosas para hacer denuncia o dejar plasmada una situación histórica-social. ¿Cuánto sirvió para luchar contra la dictadura?


La historia de la arpillera es bien particular, ella nace en el contexto de la dictadura en Chile, en un principio, las madres se encontraban desesperadas en comisarías, hospitales y centros de detención, buscando a sus seres queridos. 


Bajo el amparo de la Iglesia, inicialmente a través del Comité Pro-Paz y luego de la Vicaría de la Solidaridad, empezaron a recibir asistencia jurídica y apoyo emocional. Fue entonces cuando la artista Valentina Bone, utilizando materiales precarios como retazos textiles y base de arpillera, inició la colaboración con estas mujeres para crear obras que cumplían diversos propósitos: económicos, solidarios, terapéuticos, de denuncia, de apoyo mutuo, y como testimonios de una época oscura.


Con el tiempo, estos colectivos se multiplicaron, ofreciendo una respuesta al malestar generalizado y comunicando lo que no podía expresarse con palabras. Las arpilleras, confeccionadas con destreza artística y cargadas de significado político y social, trascendieron las fronteras nacionales. Fueron llevadas fuera del país para su venta y apoyo económico a familias fragmentadas, convirtiéndose en un material considerado subversivo por el gobierno, permitiendo así denunciar la realidad de lo que ocurría en Chile. Hoy en día, la arpillera es reconocida y valorada a nivel mundial como una expresión única de arte político y social.


  • ¿Crees que las arpilleras aún tengan vigencia como una creación de carácter político? 


La arpillera ha trascendido fronteras temporales y geográficas, consolidándose como una expresión adoptada por comunidades no solo en América Latina, sino también en África y diversas partes del mundo. Grupos de mujeres se congregan para tejer relatos de denuncia, como el Movimiento de los Afectados por Represas en Brasil, que desde 2013, a través de la iniciativa "Bordando Resistencia", ha plasmado narrativas sobre las distintas formas de violencia sufridas. En Perú, desde finales de los años 70, las zonas urbanas marginales han sido testigos de una prolífica producción textil, siguiendo el ejemplo inspirador de las mujeres chilenas.


En la actualidad, el auge del textil, incluida la arpillera, es notable tanto en Chile como en el extranjero, siempre ligado a las demandas y luchas de los pueblos. Su práctica refleja un estado de crisis en diversos aspectos, sirviendo como medio de expresión poderoso y resonante en la narrativa social y política contemporánea.


  • ¿Cómo ha sido la experiencia de hacer talleres a distintas agrupaciones en Chile, enseñando a crear arpilleras? 


La experiencia de impartir talleres de arpillera siempre resulta única y enriquecedora porque se enlaza con los intereses y esperanzas de cada comunidad. Sin embargo, más allá de las diferencias, cada taller crea una oportunidad para un encuentro amoroso, un espacio que es super valorado por las personas.


El trabajo textil nos sumerge en una vivencia temporal diferente, donde la práctica se torna lenta y meticulosa. En este ambiente, el quehacer y las palabras se entrelazan de manera armoniosa, creando una relación inspiradora. La creación de arpilleras no solo es un ejercicio artístico, sino también una expresión de conexión y colaboración que trasciende las barreras individuales. Este proceso no solo resulta en la confección de obras significativas, sino que también fomenta un sentido de identidad, unión y afecto que se valora profundamente en cada taller.


A un artículo sobre 

Valentina Bone

en The Clinic

A la página de Ana Videla

en el Museo Nacional

de Bellas Artes

“Tesoros Humanos Vivos preparan arpilleras en conmemoración de los 50 años del golpe” (El Mostrador)



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