Han pasado ya unos días desde que murió ahogado Sebastián Piñera, de manera inesperada, se encontraba activo y de vuelta en la política nacional, estaba empezando a retomar el protagonismo en su sector después de haber dejado la presidencia de su segundo mandato, sanguinario, violento, represivo, cruzado por los manejos oscuros habituales de los negocios (los suyos y los de los suyos) con esquema pandémico de profundo corte neoliberal, sin duda el peor de los gobiernos neoliberales desde el fin de la dictadura cívico militar de Pinochet.
Pero, ¿cuál es el legado de Piñera? ¿Qué efectos políticos genera su muerte? ¿Cómo la élite chilena aprovecha la oportunidad para acelerar el proceso de restauración del modelo? ¿Cómo aprovechan simbólicamente el momento para restituir su poder? Iniciemos la discusión.
El HOMO
NEOLIBERALIS
Probablemente, una de las ideas más extendidas respecto a la procedencia o “domicilio social” de Piñera, es aquella que lo ubica como proveniente de una familia en la que el padre era un “funcionario público”, se destacaba esta idea para indicar que a partir de allí nace su vocación de servirse del público… perdón, de servicio público, idea que va asociada también al sacrificio (se puede ganar más en el sector privado) o al mérito (se llega arriba porque se merece y no porque se puede cuando se tiene).
El padre de Piñera era amigo de Eduardo Frei Montalva y fue embajador de su gobierno en Bélgica, Luxemburgo y en la ONU (Estados Unidos). Más Freísta que DC, más comprometido con la élite que con la “Revolución en Libertad”, más conservador que moderno. La famosa carta de los 13, declaración emitida el 13 de septiembre de 1973 y firmada por 13 militantes de la Democracia Cristiana oponiéndose al golpe de estado, podría haber sido la carta de los 14, ya que José Piñera Carvallo, aparecía entre los firmantes, pero se arrepintió pocas horas antes de que se diese a conocer y solicitó se le dejara afuera. Para borrar su firma, se le puso un pedazo de papel tapándola.
La verdad es que Piñera viene de una familia aristocrática, cuyo estatus está más cerca del ejercicio del poder que de la actividad empresarial, más rentista que industrial, sin embargo en su patrimonio familiar es posible encontrar presencia en todos los sectores económicos del país. Tiene descendencia directa del Presidente Anibal Pinto, del último emperador Inca Huayna Capac y del Prócer Juan Martinez de Rosas, además de estar emparentado con los Chadwick, Valdés, Viera Gallo, Ariztía, en fin.
Piñera simpatizaba con la DC, tal vez a través de la admiración por el padre o por el amigo de este, Eduardo Frei Montalva, participa en el Caupolicanazo y manifiesta haber votado No en el plebiscito de 1988, pero al mismo tiempo considera que su visión económica es atrasada, para él, el desarrollismo y la socialdemocracia serían parte del pasado, se manifiesta en términos económicos como un Neoliberal de tomo y lomo.
De cualquier modo, Piñera es pragmático (por no decir pillín). Encaminado a la primera elección, Piñera inicia conversaciones con Patricio Aylwin y Genaro Arriagada para ingresar a la DC con alguna cuota importante de poder dentro del partido, pero le fue negada esa posibilidad. Luego intentó integrar las listas de parlamentarios como candidato a senador, pero habría decidido no insistir al ver que los cupos senatoriales estaban siendo llenados por figuras emblemáticas de los partidos que conformaban la Concertación de Partidos por la Democracia. Sus opciones habrían estado sólo en la posibilidad de que existiese un doblaje en su circunscripción lo que hacía prácticamente improbable su elección.
Finalmente logra ser generalísimo de la campaña de Büchi por un breve tiempo, seguramente financiando su campaña y logra ser electo como senador en Santiago Oriente, ingresa también en estas fechas a Renovación Nacional fijando su domicilio político en la Derecha post pinochetista (aún profundamente pinochetista). En el año 93 intenta su primera aventura presidencial que fracasa estrepitosamente por culpa del Kiotazo (o piñeragate), luego intenta de nuevo en el 99, cuando después de haber estallado el caso Chispas termina declinando su candidatura en favor de Joaquín Lavín.
Estos dos casos retratan de cuerpo entero a Tatán. Por una parte, comprende que en el capitalismo el dinero es poder, la acumulación de dinero es acumulación de poder y que estos, a veces juntos, a veces uno por una parte y el otro por otra, otras veces en las que no se puede diferenciar el uno del otro, actúan para reproducirse mutuamente o a sí mismos, que no es lo mismo, pero sería igual.
Él sabe que para hacer crecer su “imperio” e “imperar” sobre otros, debe acumular capacidad de tomar decisiones en las reglas del juego, debe sumar poder político, controlar o modificar o evitar que se modifiquen las reglas del juego, así como poder quebrantarlas cuando sea necesario o evadirlas sin que el castigo sea superior al beneficio obtenido en la pasada.
El Kiotazo o Piñeragate, es un intento de predominar al interior de RN y ganar de esa forma la nominación presidencial, elabora un plan para desprestigiar mediáticamente, ante la opinión pública a Evelyn Mathei de manera de debilitarla en una presunta carrera por la candidatura presidencial de su sector en las elecciones de diciembre de 1993. Su plan es destapado por Ricardo Claro en una entrevista preparada para ello en Megavisión, canal que le pertenece, donde da a conocer las grabaciones del momento en que Piñera da las instrucciones para llevar a cabo su plan. Esta operación involucró a sectores de inteligencia del ejercito y se vio como una jugada en el orden de debilitar la opción de una “derecha liberal” (Piñera) frente a una derecha pinochetista (Mathei), incluso uno de sus hijos llega a ser secuestrado durante algunas horas para “convencer” (obligar) a Piñera a desistir de investigar los autores de la grabación.
El caso Chispas fue la venta de algunos pocos accionistas que negocian sus acciones a un precio superior al que finalmente es vendida la empresa Enersis a la española ENDESA. Quien comanda la operación es José Yurazek y unos pocos más, quienes obtienen beneficios por más de 400 millones de dólares en desmedro del resto de los accionistas. entre ellos Piñera. Sin embargo, este reacciona rápido y aprovecha su condición de Senador para negocia un mejor precio por sus acciones salvando las pérdidas y obteniendo también ganancias en la pasada. Se aprovecha de su rol como posible regulador en el futuro de las reglas del mercado en el que ENDESA tendrá que desempeñarse.
Piñera, a lo largo de su carrera política y empresarial establece relaciones con grupos decisores de la economía y de la política, sus equipos de trabajo provienen de los grandes conglomerados económicos del país, salen del directorio de empresas relacionadas con las áreas sectoriales de los distintos ministerios (Joaquín Lavin, Alfredo Moreno, Jorge Bunster), accede a información privilegiada, se aprovecha de ella para invertir (compra de LAN), hace uso del poder en el gobierno para facilitar la realización de negocios (Mineral de Isla Riesco, Enjoygate) detecta ocasiones de negocios en puntos en que algún otro mucho más débil no puede defenderse (minera Dominga, Parque Tantauco), elude y evade el fisco (Publicam, creación de empresas zombis, patrimonio no declarado en Islas Vírgenes Británicas).
Sebastián, Tatán como le dicen familiarmente, no es más que un Patán. No escribió ni desarrolló ninguna doctrina de la cual pudiese desprenderse una visión del modelo de sociedad, no genera desarrollos intelectuales que expliquen el momento histórico, o que sirvan para elaborar una estrategia política encaminada a conseguir el desarrollo de la nación, su progreso. Es un administrador del modelo como dijo el historiador Gabriel Salazar, pero uno con una ambición desmedida, pareciera no importarle si es querido o respetado, parece bastarle con ser temido y haber conseguido ser inmerecida pero inmensamente rico.
Piñera llega a ser presidente de la república dos veces más que por tozudez, por una enorme determinación, por tener la convicción de que puede principalmente porque tiene y porque para seguir teniendo tiene que poder. Él no lo intenta, lo hace. Incluso cuando debe enfrentar al enemigo interno en su sector, sabe retirarse y negociar la salida. Lo hace cuando se afilia a RN, en el Kiotazo, en el caso chispas, cuando declina su candidatura presidencial tres veces, finalmente cuando firma el acuerdo del 15 de noviembre. No cede sin salvar algo. Nunca pierde totalmente.
Para su sector es un personaje difícil, se distancia de la casta conservadora, aunque proviene de ella y se relaciona con ella. No es visto como alguien confiable (porque no lo es) y en gran medida se le teme, la casta de origen agrario no le perdona su pasado filo DC y la élite le reprocha haber puesto en riesgo la constitución del 80 y el modelo neoliberal con la salida propuesta a la crisis institucional provocada por la Revuelta de Octubre. Sin embargo, acude en su rescate porque si se pierde, se pierden.
La derecha política y económica con el fin de la dictadura cívico-militar estaba resignada a no alcanzar la presidencia durante muchos años, participaba en las elecciones tan solo esperando el momento en que las condiciones madurasen lo suficiente como para que este nuevo intento por alcanzar la cabeza del Estado fuese posible con capacidad real de gobernar, sin traumas. Se conformaba muy bien accionando los elementos de control que se acordaron en la transición: (sistema electoral binominal, senadores designados, inamovilidad de los jefes de las fuerzas armadas, quórums supra mayoritarios para reformas constitucionales entre otras tantas). Piñera los empuja permanentemente a apurar el tranco, su interés personal, sus ansias de poder, el cumplimiento de su objetivo vital incomoda a la derecha y la obliga en muchos aspectos a alinearse detrás del objetivo de la presidencia, de su presidencia, y más encima… dos veces.
Al BORDE del PRECIPICIO,
Al FILO de la CORNISA
El modelo Neoliberal en 30 años no ha resuelto los problemas de acceso de la población a una vida digna, ha mantenido y agravado en muchos aspectos los indicadores de desigualdad, de justicia social. De los siete gobiernos del bloque histórico neoliberal, los dos de Piñera parecen agudizar las contradicciones. Ambos gobiernos profundamente tecnócratas son encabezados por una élite que desconoce la realidad, que no tiene contacto con la población, que no conoce sus condiciones de vida y que llega incluso a discriminarla, a tratarla prejuiciosamente y a burlarse de ella.
El pacto tácito de la ciudadanía con los partidos políticos de lo que Salazar llama el “enroque de soberanía”, en el que acepta que estos la representen a través de la adhesión a sus proyectos conformando una especie de vanguardia, tiene sus inicios con la constitución del 25 y llega a su fin con la Revuelta de octubre. Los gobiernos de Piñera parecen ser catalizadores de este proceso. La revolución pingüina del 2006 (Lagos) es la primera gran movilización popular, principalmente estudiantil contra la política educacional heredada de la dictadura y administrada por la concertación. Una de las premisas primordiales del momento es “LA ASAMBLEA MANDA”, dejando atrás la lógica de representación, ejerciendo la soberanía popular, la horizontalidad, la democracia directa, recuperando las formas de deliberación.
Este mismo grupo de estudiantes va a ser el que va a exigir en 2011 (Piñera) reformas profundas a la educación. De este movimiento van a surgir los liderazgos de Camila Vallejos, Giorgio Jackson, Gabriel Boric, Carol Cariola, entre otros y otras. El movimiento estudiantil dura casi dos años con movilizaciones masivas, paro nacional, tomas de colegios y universidades, que costó al gobierno varios cambios de gabinete y un manejo de la crisis como lo hace la élite, con represión, persecución, violencia policial.
En su segundo gobierno, Piñera debe enfrentar la Revuelta popular de octubre en 2019. Los días previos evidenciaron nuevamente cómo la clase política se encuentra distanciada y es indolente a las necesidades y al sufrimiento de las personas. Para el escritor Uruguayo Eduardo Galeano, “el mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar.”.
Ante un alza de 30 pesos en la locomoción colectiva, nuevamente los estudiantes inician las manifestaciones llamando a evadir el pago del pasaje. En el curso de una semana las manifestaciones se desbordan y llevan al levantamiento popular, a la desobediencia civil, a la manifestación callejera y luego da paso a la deliberación popular en torno a asambleas y cabildos barriales organizados por la ciudadanía. Estos sirven para hacer un diagnóstico ciudadano de las razones, levantar demandas hacia el poder constituido y que empieza a ser destituido. Allá la clase política, los empresarios, la élite porque es donde pueden estar, porque es donde los habíamos dejado, aunque no quisieran. Allá los indignos y acá los indignados.
El PASO al FRENTE
La revuelta puso la lápida a ese contrato tácito entre ciudadanía y partidos políticos, al enrocamiento de la soberanía y el pueblo volvió a deliberar. El gobierno, el sistema de partidos, el modelo neoliberal y sus instituciones pendían de un hilo. Por un lado, la ciudadanía deliberaba, se articulaba y movilizaba activamente, mientras que por el otro lado la clase política y la élite llegaban a acuerdos y pactaban modos de mantener a flote un modelo al que solo le faltó el golpe de gracia. El acuerdo del 15 de noviembre del 2019 no sólo salva al gobierno, sino que inicia el esfuerzo de la clase política para salvarse a sí misma.
El 8 de marzo de 2020 parece ser el punto cúlmine de las manifestaciones. Alrededor de 2 millones de mujeres marchan por las calles pidiendo el fin del patriarcado, una nueva constitución, el cumplimiento de las demandas populares, el fin del gobierno de Piñera y el castigo a los violadores de los DDHH en el marco de la represión gubernamental de la revuelta.
La pandemia fue el único actor capaz de desactivar la protesta, enclaustró a la ciudadanía y fue apagando cada vez más hasta volver a hacer casi inexistentes las instancias de articulación y deliberación popular establecidas en la revuelta. El proceso destituyente dejó de estar en manos del pueblo constituyente y quedó recluido en las esferas de la élite y la clase política que estaba siendo destituida y que inicia decididamente el proceso de restauración del modelo y de su capacidad de monopolizar el proceso “reconstituyente”.
Los resultados de las sucesivas elecciones (7 en poco más de 3 años), arrojan resultados en distintas direcciones y las interpretaciones suelen caer en un esquema esquizofrénico cuando se lee en el clivaje de izquierda-derecha o dentro de una lógica de representación del sistema de partidos políticos. Sin embargo, interpretar los resultados dentro de un punto de vista “destituyente” les entrega coherencia a las cifras demostrando que lo que se manifiesta en realidad es el descrédito de la clase política y el fin de la representación.
Las elecciones del plebiscito de entrada y de constituyentes del 2021 muestran claramente cómo las y los votantes quitan el respaldo a quienes han administrado el modelo y son responsables del momento actual. Primero se impone la idea de la realización de una nueva constitución 100% electa poniéndole la lápida a la constitución del 80.
Luego, los partidos de la concertación y de la derecha tradicional son duramente castigados en la votación de constituyentes donde triunfan las listas de independientes. Incluso al interior de las listas de partidos los más votados son independientes (Bernardo de La Maza, Agustin Squella, Baradit, Stingo Patricia Politzer). La derecha no alcanza el porcentaje suficiente que le habría dado la capacidad de vetar las reformas al interior de la convención. Las y los electores ratifican así la voluntad y necesidad de cambio. ¡El momento destituyente se acerca!
Sin embargo, los constituyentes caen en las formas tradicionales de representación de la política, el proceso se realiza con escasa participación ciudadana, no existe prácticamente vinculación con el territorio, no se discute con él, ni se le consulta las materias más importantes o polémicas. No se establecen instancias de participación directa, ni iniciativas o propuestas populares de norma de origen territorial y vinculantes o plebiscitos intermedios. El pueblo parece haber sentido la distancia con el proceso, no participó porque el diseño y la premura no lo permitía (parte del dibujo restaurador), no conoció, no asimiló y no compartió adecuadamente sus contenidos.
El rechazo de la primera propuesta fue sorpresivo para todos los sectores, algunos recibieron la sorpresa con soberbia reconstituyente y otros con profunda desazón. Pero ni los resultados indicaban una preferencia por la constitución del 80, ni tampoco un aumento del fascismo o la existencia de una masa inculta, “facha pobre” o que no sabe lo que quiere. El zaino pingo reconstituyente se asoma por los palos y comienza a pillar al potrillo destituyente… Ya sabemos lo que se decide: “Caballo pillado es caballo charqueado.”
Lo que sigue después son elecciones en las que la población se ve obligada a elegir entre opciones que probablemente no consideraría si de su voluntad dependiese. El voto va a ser obligatorio (salvo en las presidenciales). Es lo que hay. Sin embargo, se puede ver dos vertientes, una en la que el proceso reconstituyente sigue en forma y otra en la dirección de manifestar permanentemente el desprecio a la clase política tradicional, a la representación, a la delegación del poder. Se puede oír el grito soterrado de la democracia directa, de las pretensiones autonómicas, de la deliberación popular.
Las dos vueltas de las elecciones presidenciales de noviembre y diciembre del 2021 son definidas por fuerzas que no son identificadas como provenientes de los responsables de la administración del modelo de los últimos 30 años. Los partidos herederos de la Nueva Mayoría y Chile Vamos son duramente castigados. Finalmente entre las dos opciones se impone aquella que representaría la voluntad de cambio.
Con Boric en el poder y ocurrido el rechazo de la primera propuesta constitucional, el gobierno negocia un nuevo intento constitucional, lo hace negociando desde una posición de poder debilitado, especialmente cuando asume como real la interpretación de que el rechazo se debe a un rechazo de la ciudadanía de las posiciones “radicales” impuestas por los convencionales. Resulta al menos sospechoso su afán y la disposición a aceptar cualquier salida como válida. El resultado esta vez es un “Acuerdo por Chile”… sin Chile. El plan restaurador del poder de la élite y la clase política entra cómodamente en esta última etapa.
La elección de Consejeros Constitucionales se realiza sin listas de independientes, sin ciudadanía, sin pueblos originarios. Es una elección a la medida del mantenimiento del status quo, el pueblo no está presente en el diseño ni puede ser elegido para diseñar su futuro. Esta es una elección donde la clase política define qué forma adquirirá finalmente la restauración de su poder.
Los resultados nuevamente dan el favor a aquellos sectores que no son vistos como responsables de la administración de los 30 años. Los candidatos republicanos se imponen mayoritariamente, pero es una victoria pírrica porque el gran factor fue la alta votación de nulos y blancos (apenas 100.000 votos menos que los obtenidos por las listas oficialistas). Esta votación inusualmente alta podría haber inclinado los resultados hacia el oficialismo, sin embargo se manifiesta abiertamente en contra del proceso y de los actores del proceso. El Rechazo a la propuesta parte ya con un 20% en contra. Finalmente, los resultados del plebiscito de salida van a confirmar el rechazo de la ciudadanía al proceso y a la clase política.
¿Dónde está Piñera durante este tiempo?
El acuerdo del 15 de noviembre del 2019 posibilita estas 7 elecciones consecutivas que van a generar la posibilidad de restituir el orden afectado con la revuelta del 19 de octubre. A pesar de reprimir ferozmente, de defender a fuego y metralla el modelo, de las violaciones sistemáticas de los DDHH, de dar carta blanca a la brutalidad policial, a Piñera, su sector político y su clase, le reprochan no haber detenido la revuelta en cuanto empezó con las primeras protestas estudiantiles (ya había experiencia acumulada en las manifestaciones estudiantiles de 2006 y 2011), haber puesto en peligro la constitución de 1980 y con ello el modelo neoliberal y sus instituciones.
La ÚLTIMA CUCHUFLETA,
la CUCHUFLETA POST MORTEM
Piñera fue en muchos aspectos el tipo de personaje que mejor caracterizaría el bloque histórico del Chile neoliberal, un empresario pillo, sin escrúpulos, que se apega a la ley sólo cuando le favorece o cuando obliga a otros a hacer lo que a él le conviene, que rompe las reglas cuando el beneficio es mayor al castigo (casi siempre), o que las modifica cuando le entorpecen. Es un político calculador, también sin escrúpulos, marketeado y maqueteado pero que se aleja de la ciudadanía, sumido en la lógica de la representación se siente llamado a mandar sobre el resto. Como individuo es individualista, profundamente tecnócrata, desconfiado, explotador, endosa responsabilidades pero monopoliza los beneficios, pareciera ser que para él la amistad eterna dura 3 años y un día. Un mercachifle, farandulero, mentiroso y peligroso. Si Piñera alguna vez redactó algo, eso fue el Manual del Cateo de la Laucha.
Aunque no es por sí mismo culpable de las deficiencias de la salud pública o de la educación, de las bajas pensiones, del excesivo endeudamiento, del costo de la vida, de los bajos sueldos y las precarias condiciones laborales, de las situaciones de injusticia social, de desigualdad, de discriminación social, pero es sin duda el personaje perfecto a quien echarle la culpa o contra el cual emprenderla, ha sido quien mejor encarna el modelo en estos últimos 30 años, es precisamente el tipo de político, empresario, autoridad a la cual se desea dejar atrás.
La muerte de Piñera generó el escenario propicio para terminar de dar forma a este esfuerzo restaurador de la élite y de la clase política. Todos los próceres disponibles de estos últimos años, los partidos tradicionales de ese período y quienes administran y cohabitan actualmente en las esferas de poder, se pusieron a disposición para revertir de simbolismos “republicanos” a través de discursos apologéticos, “meas culpas” y lavados de imagen. Incluso se puede vislumbrar un relevo generacional en el marco del modelo neoliberal, atrás parece haber quedado la derecha e izquierda de ayer, hoy asimilados al Frente Amplio y el PC por un lado y a los republicanos por el otro.
Piñera parece, al igual que el Cid, haber ganado su última batalla “contra un enemigo poderoso” después de muerto. Solo un detalle, Piñera no era el Cid, el Cid nunca ganó una batalla después de muerto. El orden se ha restablecido, pero es un orden sin pueblo, allá los indignos y acá los indignados.
* Las imágenes que ilustran las páginas 8b, 8c, 8d, 8e, 8f y 8h corresponden al registro de más 560 gráficas de la revuelta que pueden ser vistas en Instagram o en nuestra Web.
RESULTADOS de 7 PROCESOS ELECCIONARIOS
Lógica tradicional vs. lógica destituyente
En el Plebiscito de Entrada (25/10/2020) el 78,25% se expresa a favor de una nueva constitución y un 78,98% estuvo porque se realizara mediante una Convención Constitucional 100% electa.
El análisis tradicional realizado en el clivaje izquierda-derecha arrojaría una izquierdización del electorado al salir derrotadas las opciones enarboladas por los partidos de la derecha tradicional.
En lo que denominaremos la lógica destituyente, la población en realidad vota contra la clase política y el sistema de partidos, se manifiesta a favor de una nueva constitución elaborada por una Convención Constitucional 100% electa.
En la Elección de Constituyentes (15 y 16/05/2021) el 47% de los votos válidos son para listas de independientes o partidos extraparlamentarios, el 20,5% para Vamos Chile, el 18,7% para Apruebo Dignidad y el 14,4% para la Lista del Apruebo.
El análisis tradicional: se repiten los resultados del plebiscito de entrada, se confirma la izquierdización del electorado y el bajo desempeño de la derecha, que no alcanza por si misma el tercio necesario para imponer el veto a las reformas.
El análisis destituyente indicaría que las listas de independientes suman casi la mitad de los votos, a lo que habría que agregar la votación de independientes que van en listas de partidos y que obtienen votaciones importantes (Squella, Bernardo de La Maza, Baradit, Stingo, Patricia Politzer, entre otros muchos y muchas más). La votación es abrumadoramente mayoritaria por personas que no forman parte de la política tradicional.
En la primera vuelta presidencial del 12 de noviembre de 2021, los dos candidatos más votados en primera vuelta son J. A. Kast (27,91%) y Gabriel Boric (25.83%).
En el análisis del clivaje izquierda-derecha los resultados concuerdan con las últimas elecciones presidenciales en que derecha e izquierda muestran fuerzas parejas.
Bajo el análisis destituyente: hay un fuerte castigo de los partidos tradicionales que han estado a cargo de la política los últimos 30 años, Chile Podemos, las listas herederas de la Nueva Mayoría y el PRO suman en conjunto apenas un 30%. Las votaciones mayoritarias van a candidatos que se ubican fuera de los partidos que han gobernado los últimos 30 años (Frente Amplio, Partido de la Gente, Partido Liberal Republicano).
En la segunda vuelta presidencial del 19 de diciembre de 2021, Gabriel Boric se impone a J. A. Kast por poco más de 10%.
En el clivaje izquierda-derecha: el electorado se izquierdiza. Resultado refleja voluntad de cambio frente a posición conservadora.
El análisis destituyente: La interpretación es la misma a la lógica del clivaje izquierda-derecha, solo podría agregársele la idea de que existiría un voto por la redacción de una nueva constitución.
En el Plebiscito de Salida de la Convención Constitucional (04/09/2022) el rechazo gana ampliamente con 62% de los votos.
El análisis tradicional Izquierda-derecha interpretaría que se produce una derechización de la votación. Los partidos por el apruebo acusan campaña sucia y denuncian la influencia de las fakes news antes, durante y después de la convención en el resultado final.
En la lógica destituyente, se podría interpretar que una vez constituida la Convención sus miembros caen rápidamente en la costumbre de la representación del sistema de partidos tradicionales, el proceso se hace sin participación real de la ciudadanía en la discusión y aprobación de las normas, no existen bajadas vinculantes de la discusión en los territorios, las iniciativas de norma no son vinculantes, no existen plebiscitos intermedios donde se discutan y voten las iniciativas más importantes o polémicas. En fin, el pueblo se mantiene ajeno a la elaboración de la propuesta de constitución, por ello no comparte sus contenidos, no los conoce, no los hace propios. Su votación sería principalmente un voto en contra de una forma tradicional de hacer política donde los partidos políticos asumen la conducción del proceso al interior de la convención, en contra de lo que habría sido el mandato popular.
En la Elección de consejeros constitucionales (07/05/2023) el Partido Republicano obtiene el 27% de los votos emitidos; la lista oficialista, el 22%; Chile Seguro (ex Chile Vamos), un 16%; Todo por Chile (ex Nueva Mayoría sin el PS), un 7%, y el voto Nulo y Blanco, un 22%.
En el clivaje Izquierda-derecha: el electorado se derechiza, dos tercios son representantes de la Derecha. Habría un voto castigo al Gobierno, la elección se plantea por parte de la derecha como un plebiscito a la gestión de Boric.
En la lógica destituyente: nuevamente sale vencedora aquella facción que no es vista como responsable de la administración de los últimos 30 años, la derecha tradicional y la nueva mayoría son castigados fuertemente, no hay representantes electos provenientes de la DC, PPD o PR. El voto nulo o blanco alcanza casi el segundo lugar al ubicarse cerca del 22% de los votos emitidos (2.680.000 votos).
Finalmente, en el Plebiscito de Salida del Consejo Constitucional (17/12/2023) el A favor de la aprobación de la propuesta constitucional es de un 44% y el En contra de un 55%.
En el marco del clivaje Izquierda-derecha: podría leerse como la izquierdización del electorado. Para los sectores más conservadores una preferencia por mantener la constitución del 80.
En la Lógica destituyente podría decirse que el proceso dejó fuera de la redacción a los independientes y los pueblos originarios. Los partidos vuelven a tener el poder constituyente, la población vuelve a distanciarse tanto del proceso como del resultado de este.
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